Musica de toda una vida VI

Dicen que mi afición a la música y la lectura viene de cuando estaba en la barriga de mi madre. La pobre tuvo que hacer reposo más de seis meses y se pasaba el día escuchando música y leyendo, por lo que en mi familia tienen la teoría de que eso se quedó grabado en mí. Hoy comparto un poco de música. No precisamente la que escuchaba mi madre conmigo dentro. No son canciones que hoy escucharía pero son temas que han marcado mi vida y están aquí no por su calidad sino por su carga sentimental.

Me cuentan que cuando era pequeña solo quería dormir en brazos de mi padre o de mi abuela materna y que, si ellos no estaban, tan solo había una canción que me hacía dormir, y no es precisamente una nana.

De esta me acuerdo yo. Se la cantábamos a mi hermano cada vez que le cambiaban los pañales y yo no paraba de reír.

Y esta otra fue una tortura. Yo tenía unos 12 años cuando mi hermana pequeña, con dos, estaba obsesionada con escucharla. Fue número uno de 40 Principales, me acuerdo, y cada hora había que poner la radio si no queríamos que se pusiera a llorar.

Para terminar, los que me conozcan se reirán al oír este tema. Me lo cantaban a mí porque ‘nunca he llorado’.

Música de toda una vida I

Desde que era pequeña me acostumbré a escuchar música para todo: para dormir, antes de ir al cole, antes de un examen, durante la comida, durante la cena, estudiando, en la ducha… La música siempre ha estado muy presente en mi vida y por les dejo aquí una primera entrega de la música de toda una vida. Hoy, las más presentes.

El Revolucinario de Chopin se lo escuché por primera vez a mi profesora de piano con apenas 10 años. Me fascinó. Desde entonces, me ha acompañado en muchos momentos pero, sobre todo, ha estado antes de cada examen que he hecho en mi vida. Desde el walkman hasta el IPod. Funciona, lo garantizo.

One de U2. Ya expliqué en otra entrada lo que era este grupo para mí. One, ese tema que en los últimos tiempos he cambiado por Moment of Surrender debido a que se ha convertido en la canción de todo el mundo, estuvo conmigo  desde mi primer año de carrera hasta hoy pero, sobre todo, en una estancia en Inglaterra bastante complicada. Me he emocionado con ella en cada concierto.

Desde la adolescencia hasta hoy. Nunca me he parado a pensar qué cuenta, la verdad, al contrario que con las anteriores pero me da alegría, buen rollo y me gusta para los buenos momentos. Everyday is like Sunday, Morrissey.

Por hoy, me quedo aquí. Prometo más entregas.